Hoy esto comenzó con un regalo especial,
sí me regalaron un mango y sí es un regalo especial
porque lo deseaba como un niño desea un dulce, en fin fue muy preciado,
pese a ser muy común en esta época
por estar en temporada en nuestra patria de diversas frutas
sí me regalaron un mango y sí es un regalo especial
porque lo deseaba como un niño desea un dulce, en fin fue muy preciado,
pese a ser muy común en esta época
por estar en temporada en nuestra patria de diversas frutas
Hago mención al mango porque verlo comer
me hizo retornar a recuerdos que creí no recordaría
con una merengada de mango;
se que nuestros sentidos son una especie de anotadores
como seleccionando vivencias,
un sabor te hace recordar personas y fechas.
Así mismo este recuerdo surgió en un momento inesperado
y se remonta a mi época de recien salí de la capital a probar
como me iba en un pueblo
a recien recibirme de profesora de niños.
Me sorprende la película que pasa por mi mente al dar
el primer sorbo de la merengada y como aumenta la capacidad de recordar.
Ese pueblo tiene por nombre Trinidad de Orichuna y
nunca olvidaré que fue cerca del caño con el mismo
nombre donde probé por primera vez esa mereganda de mango.
Tampoco puedo olvidar el asombro inminete del amigo andino
o gochito (como le decimos a los que provienen de los Andes)
que nos ofreció la mereganda
al saber que no la habiamos probado;
posteriormente trabajando en el Táchira me enteré que ellos,
los andinos le agregan leche a casi todo, por ejemplo:
preparan sopa de papas con leche llamada pizca andina.
Puedo asegurarles que el sabor de la merengada de mango
me trajo recuerdos a el olor de la leche recién ordeñada,
al olor de ganado que no había olido de cerca,
al maíz recien molido y cachapas cocinándose en budare.
Ese pequeño lugar ubicado
en el Estado Apure de los llanos venezolanos
es una cajita de muchos de los recuerdos
más hermosos de mi vida, allí concebí y logré mi primer hijo.
Recuerdo la tranquilidad y facilidad para caminar
por la Trinidad oliendo a la naturaleza
y que hace vibrar en mi ser
al oir el joropo que aprendí a amar y bailar.
Finalmente, con certeza no sé si fue el mango que me hizo querer tanto a las costumbres llaneras, sólo se que el sabor me hizo vivr nuevamnete esas experiencias que algún día deseo repetir y hoy las compartí en un vaso con mi hija
2 comentarios:
Un recuerdo muy sabroso definitivamente, ¡gracias por compartirlo conmigo!
Y todos los recuerdos que nos faltan saborear juntas Kéllyta
Publicar un comentario