viernes, 17 de marzo de 2017

Dime que posición prefieres y te diré quien eres

Existen muchos estudios acerca de lo que revela la postura que adoptamos en la cama; poco se ha escrito, sin embargo, sobre lo que dice la posición cuando lo que queremos no es dormir

Posiciones sexuales que  te definen



El misionero

Decía el director de cine Bigas Luna que el erotismo comenzó el día en que una mujer decidió darse la vuelta para hacer el amor mirando a los ojos. No son muchos los animales que mantienen relaciones cara a cara. Por ello, el misionero revela mucho sobre nuestra condición, no solo personal, sino como especie.

El misionero facilita la intimidad al darse un contacto visual directo entre los amantes. No obstante, en el lado negativo, esta postura puede poner en evidencia un carácter clásico, propio de una pareja que reprime sus fantasías y que prefiere jugar seguro.

Por lo que respecta a los roles, la responsabilidad del acto recae principalmente en el hombre. A pesar de su apariencia tradicional, los varones suelen hallar en el misionero una vía perfecta para sacar a la luz sus fantasías de poder. En cuanto a ellas, las predilectas del misionero son habitualmente mujeres sosegadas a las que les resulta agradable tener un momento de relax que les permita concentrarse en sus sensaciones.







La posición del misionero es la más frecuente en nuestra civilización. Por eso, tiene la reputación de ser una postura sexual banal y rutinaria. Sin embargo, para muchas parejas sigue siendo una posición cómoda y dadora de sensaciones fuertes. Un preludio para la excitación o, al contrario, la última posición para abandonarse al gozo.

El origen del misionero se remonta a la colonización de  América por religiosos españoles. Existen dos versiones. En la primera,  los religiosos españoles recomendaban la postura del misionero a los indígenas para que dejaran de hacer el amor “como animales”. En la segunda, era la utilizada por los propios misioneros para fecundar, con la meta de cristianizar, el mayor número posible de mujeres indígenas. Sin embargo, científicamente no se ha probado la relación entre la práctica del misionero y un aumento de las fecundaciones.

En la versión clásica,  la mujer se sitúa boca arriba con las piernas algo abiertas y el hombre se coloca encima de ella. El contacto visual establecido otorga la sensación de intimidad característica del misionero. Disfrutamos mientas nos miramos y descubrimos cara a cara. La comodidad  que facilita deja abierta la posibilidad de tocar al compañero en las nalgas y a las mujeres en el clítoris, garantizando así un intenso orgasmo.

Es una de las posturas sexuales que más variantes tiene. La mujer puede mover las piernas para darle un toque más picante al clásico y permitir una penetración más profunda. Para los más atléticos la mujer se recuesta sobre la cama y posa uno de sus tobillos en el hombro de su pareja, doblando ligeramente la otra pierna. Él se vuelca sobre ella medio arrodillado


La amazona

Por fortuna, los tiempos cambian, el panorama se vuelve más complejo, y cada vez es más evidente que muchas féminas han decidido tomar las riendas. Ser dominante no tiene por qué ser un rasgo exclusivamente masculino, y muchas mujeres desean interpretar ese papel, sin prejuicios, en la intimidad que brinda la habitación o cualquier otro ambiente.




Los hombres que se divierten con esta postura, se permiten explorar también su naturaleza sumisa y reprimida por lo cotidiano. De este modo, ellos pueden disfrutar experimentando el placer que la mujer controla a través de su ritmo y sus movimientos.


El perrito

De entre todo el reino animal, casi todas las criaturas se aparean adoptando esta postura. El perrito se convierte por ello en la preferencia de aquellos que quieren expulsar del lecho la vida civilizada del trabajo, las tareas domésticas o la cortesía cotidiana.  


El perrito, sin embargo, es también la posición favorita de quienes no desean intimidad y escogen disfrutar del sexo sin estrechar lazos con la pareja. Para ellas, esta postura no es sinónimo de un carácter sumiso, aunque, eso sí, la vida suele obligarnos a mostrarnos fuertes y competitivos, y el perrito permite a muchas mujeres tener un momento profundo para liberar su naturaleza más dócil e incluso masoquista . Un cachete en estos casos puede ser un placer añadido que, si entra en el juego, no tiene por qué quedarse reprimido.


La cucharita

Si existe una pose para auténticos románticos esa es la cucharita. Aquí queda fuera el sexo más animal. La propia postura obliga a un encuentro con mucho contacto, imponiendo un ritmo lento con el que sondear las sensaciones que produce un cuerpo ajeno.

Los amantes más físicos, aquellos para los que su forma corporal sea relevante, hallarán en hacer el amor de pie la experiencia deseada

Es, sin duda, una posición propia de personas que entienden el sexo como modo de compartir y que eligen apartar hasta de su intimidad pequeñas licencias violentas que los amantes más instintivos sí gustan en el lecho.



 Descripción:
Ambos permanecen tumbados hacia el mismo lado. La espalda de la mujer está contra el pecho del hombre.

Lo que esta postura estimula:
La penetración vaginal por detrás suele ser bastante profunda, por lo que es agradable para ambos.

¿Para quién?
Para aquellos que no tienen ganas ese día de probar otras hazañas y prefieren el cariño y la ternura. Para aquellos que se sienten cansados, pero sin embargo, tienen ganas de hacer el amor. ¡Al volver tarde de una noche de fiesta, puede ser una buena opción!

Variante:
Para sentir más placer, la mujer se puede inclinar hacia adelante. Su espalda ya no toca el pecho de su pareja, ¡pero consigue un placer más intenso! Ya que la penetración es mucho más profunda.

La opinión de Leticia: Es la postura del amor sosegado. Me gusta, pero prefiero las posturas más pasionales, más activas. Pero bueno, cuando una pareja lleva tiempo junta, no siempre tienes momentos pasionales como suele ocurrir los primeros días de la relación. Por lo tanto, hay que saber apreciar también ese postura sosegada y tranquila. Y os aseguro que he tenido orgasmos intensos en esta postura, y de hecho, ¡a veces complétamente inesperados! Quizás porque cuando permanecemos tranquilas, ¡nos dejamos llevar más por el placer!


De pie

Quienes lo hayan probado pueden haberse sentido frustrados, ya que hacer el amor de pie es de todo menos simple y numerosos problemas “logísticos” suelen aparecer durante su ejecución.

Los amantes más físicos, aquellos especialmente preocupados por su cuerpo , hallarán en esta posición la experiencia deseada. Realizarlo cara a cara requiere en muchos casos ser auténticos atletas, ya que nuestras formas no se adaptan como un puzzle a las del otro, y las acrobacias resultan a veces inevitables. Si el hombre decide además sostener entre sus brazos el peso de la mujer, el esfuerzo puede ser digno de una competición de halterofilia. Si prefieres descargar tu energía con otra persona en tu casa, en vez de en el gimnasio, esta es tu postura.


Fuente: Doctissimo enfemenino

¿Sabias? 
La creación del vibrador data del siglo 19 y fue creado para tranquilizar la histeria que se vivía en esa época en la sociedad.

Plenitud:
Que rápido pasa el tiempo cuando se hace el amor. Que rápido se va el amor cuando se deshace el tiempo. Alejandro Esparza

SexON  Nº 35
Viernes 17/3/2017

Edición: Lic. Élita S-J* PNI Nº4442©
Comunicadora y Educadora

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ALTOS MIRANDINOS, MIRANDA, Venezuela
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