Los alimentos que ingerimos, así como la forma de hacerlo, son una muestra de nuestras ideologías y creencias: si estamos comprometidos con el medio ambiente, con los derechos de los animales, si buscamos mejorar el rendimiento deportivo o buscamos encontrar el placer en cada bocado.
La comida es el reflejo de sentimientos y estados emocionales a los que nos enfrentamos. Para la doctora María Isabel Beltrán, nutricionista y miembro de Top Doctors, el cuerpo y la mente, “la mente trabaja de manera continua, por lo que nuestro cerebro requiere un constante suministro de energía procedente en gran parte de los nutrientes que ingerimos.
La calidad y la cantidad de estos alimentos son los principales responsables de que nuestro cerebro y, por lo tanto, nuestra mente, se encuentren equilibrados.
Las características internas de las personas influyen directamente en la ingesta de alimentos”, cuenta. La frase somos lo que comemos cada vez cobra más sentido. Si estás contento comes diferente a cuando estás triste, que o bien te da por no comer, o por comer mal. Los especialistas aseguran que separar la alimentación de nuestro estado emocional es imposible en la mayoría de los casos.
¿Qué comemos y qué representa?
Picoteo:
“comer de manera desordenada y con mucha frecuencia, sirve para llenar un vacío y despejar la mente con una actividad placentera”. Puede derivar en problemas de salud como la indigestión o gastritis.
Compulsiones alimentarias:
“es uno de los trastornos alimentarios más comunes en la actualidad y suelen ser gratificaciones que sustituyen al placer y a la culpa en relación a su esfera emocional”. Quienes padecen este trastorno comen de manera voraz, sin apenas masticar ni saborear los alimentos. Además, en muchas ocasiones lo hacen en soledad.
“Ansiedad, estrés, soledad o aburrimiento son algunos de los estados que nos llevan a realizar una ingesta excesiva de alimentos. Comer de manera compulsiva puede tener grandes problemas de salud, ya que supone un importante consumo calórico que puede provocar problemas de aumento de peso o la aparición de enfermedades tales como la diabetes” asegura la doctora.
Crisis bulímicas:
un ejemplo claro de la lucha y relación de la mente contra el cuerpo. Este trastorno lo experimentan fundamentalmente los adolescentes y las mujeres. “Las crisis bulímicas están destinadas a llenar un vacío y liberar una tensión interna que experimenta la persona. Quienes las padecen, comen sin hambre y sin el objetivo de obtener placer”, afirma la nutricionista.
Es un problema de carácter grave, ya que las personas que padecen crisis bulímicas dejan al cuerpo sin determinados nutrientes que acaban afectando a las conexiones neuronales. Se debilitan y hacen que quienes sufren estos trastornos se desliguen de los temas de la vida cotidiana.
Depresión:
quienes se sumen en una crisis depresiva pueden reaccionar dejando de comer por completo, o por el contrario, hacerlo de manera indiscriminada.
Alimentos que ayudan a nuestra mente.
Si padeces estrés, ansiedad o depresión, deberás enfocar la alimentación en el consumo de productos que les aporten la energía necesaria y ayuden a controlar el estado anímico.
-espárragos:
contienen ácido fólico, fibra y vitamina B, esencial para mantener la calma y el bienestar mental.
-naranjas:
la vitamina C que contienen las naranjas estimula el sistema inmunológico, y disminuye el estrés, favoreciendo al estado anímico de las personas.
-yogur natural:
además de activar la flora intestinal, ayuda a la generación de serotonina, la hormona que regula el estado anímico y el sueño favoreciendo así los niveles de estrés y la temperatura corporal.
-chocolate:
tomar alrededor de 20 gramos de chocolate negro al día favorece al estado anímico, y contiene además gran cantidad de antioxidantes.
-vino:
permitido en casi todas las dietas, los especialistas aconsejan tomar un vaso de vino tinto al día ya que ayuda a prevenir la depresión, la ansiedad y el estrés.